sábado, 23 de julio de 2011

Por que Carta de Megárides



            La tradición consolidada quiere que a las cartas de la urbanística se les asigne el nombre del sitio en la que son concebidas no es casual que la localidad elegida coincida casi siempre con un lugar fuertemente simbólico.

            Valgan como ejemplos la carta de Atenas del 1933, por la cual fue elegido el lugar en el que ha tenido origen la concepción moderna de ciudad, y la “Carta de Machu Picchu” del año 1977 cuando fue elegido un país  un lugar no identificados con la cultura urbana occidental. 
            Con esta última carta se lanzaba una señal explicita de peligro sobre la hegemonía de los países ricos sobre los pobres.

            La carta de los principios de la urbanística la Carta de Megárides 94, nace del encuentro de la comunidad científica internacional que se ha desarrollado en el Castel dell’Ovo, en Nápoles, en el mes de junio del año 1993.  entonces por que no la Carta de Nápoles?

            El nombre actual de la ciudad de “Nápoles” deriva de Neapolis, la antigua ciudad era de hecho llamada Palaepolis y antes aún Parthenope.  Pero el primer núcleo (siglo IX a.C.), el lugar en el cual empezó a tomar vida la ciudad de piedra se desarrolló sobre el islote de Megárides. 
            Sobre este islote con sucesivas estratificaciones, ha sido edificado el “Castel dell’Ovo” donde se han llevado a cabo los encuentros de la comunidad internacional que ha escrito la nueva carta de la urbanística.

            Megárides es un lugar de contenidos simbólicos, sobre todo para los que estudian la ciudad y para los que encuentran en la historia urbana la referencia para cualquier acercamiento a la ciudad.

            Desde el lugar de la fundación originaria, parte el proceso de refundación para la realización de la ciudad, de la plaza y de la ciencia y es la ciudad “cableada”.  Megárides es por lo tanto el nombre adecuado para la nueva carta de los principios para el urbanismo del siglo XXI.

Quién ha escrito la Carta de Megárides

            A la redacción de la Carta de Megárides 94 han contribuido aproximadamente seis cientos estudiosos de la ciudad, que han hecho converger la ideas y la cultura urbanística de veintisiete países de los cinco continentes.

            La escritura del documento ha requerido dos años. 
En el primer año han organizado un concurso internacional (Ciudad-Carta-Concurso-Convenio), que permitió la redacción de un primer borrador de la Carta de Megárides 94, en el segundo año, los que ya habían participado en la primera fase, y muchos otros que se han ido agregando, han desarrollado una labor de integración y revisión del texto.

            La redacción del documento en su conjunto hay que considerarla por lo tanto como elaboración de la comunidad científica internacional y de los escritores de la ciudad que han dado una respuesta a la llamada del grupo de investigación innovación tecnológica y transformación territorial para la ciudad del siglo XXI.

Las Referencias

            La “Carta de Atenas” es la primera carta de la urbanización y es la que seguramente ha tenido más resonancia y difusión en el interior y exterior del contexto disciplinario específico.

            Aunque se hayan producido otros documentos de respiro más o menos amplios, el otro documento que se puede considerar verdaderamente una carta de la urbanística es la “Carta de Machu Picchu”. 
            No es casualidad que en su presentación se manifieste la voluntad de una confrontación dialéctica con el famoso fundador.

            La Carta de Megárides 94 toma datos de ambas, aun identificando los problemas que en las pasadas décadas no existían o al menos no lo eran en la dimensión, complejidad y gravedad que hoy han alcanzado.

            A la redacción del texto han sido transferidas las experiencias de todas las cartas que la cultura urbanística ha elaborado durante este siglo, desde las más antiguas a las más recientes, entre estas últimas recordamos la “Charte urbaine europenne” recibida de la Conferencia permanente des Pouvoirs Locaux et Regionaux de Europe y la “Carta de la Ciudad Europea” elaborada por un grupo de expertos del territorio que se reconocen en el Centro Internacional de Estudios sobre el Diseño Urbano.

Anotaciones

            En el volumen “Historia, Concurso, Resultados y después...la Carta de Megárides 94” han sido publicadas en síntesis y en lógica secuencia las reflexiones de carácter general de más de trescientos participantes a “Ciudad Carta, Concurso Convenio”. 
            Estas páginas constituyen el precedente de la Carta de Megárides 94.  Se recogen aquí los datos principales para llevar  cabo una especie de paralelismo con las observaciones generales que abrían el texto de la “Carta de Atenas”.

            Es interesante recordar cómo en los años 30 ya los CIAM miraban a la ciudad y sus regiones.  La palabra “sistema” no había entrado aún en el léxico urbanístico, pero la comprensión de que la ciudad no era un organismo aislado había ido más allá del nivel de la intuición pura.

            La complejidad y la interdependencia mundial de los fenómenos (Globalización), nos presenta hoy problemas análogos, aunque de otra dimensión respecto a aquellos de entonces, debidas a la difusión de los automóviles.  que preocupaban a los urbanistas de aquella época, sobre todo por la dinámica urbana y territorial que estos desencadenaban. 
            Se presenta hoy la exigencia de una coordinación mundial para la gestión de los recursos y de las instalaciones.

            Si el uso del automóvil ampliaba el campo de aplicación, contemplando la ciudad y sus interrelaciones con la región, hoy las nuevas tecnologías de comunicación imponen mirar a las interconexiones determinadas por la estructura de cambios y flujos que el planeta entero implica de la ciudad región se pasa a la multipolis y a la ciudad virtual transnacional. 
            La evolución tecnológica ha contribuido a relaciones espacio-temporales, y por tanto la manera de percibir la configuración urbana y la potencialidad de los cambios.

            Las previsiones más pesimistas que los urbanistas de las primeras décadas del siglo habían formulado sobre los efectos de la concentración urbana han sido ampliamente superadas, poniendo en discusión el término ciudad, la distribución de la población e imponen observar, además las difíciles condiciones de vida en el interior y exterior de ésta.

            Hoy por exterior, se debe entender el ecosistema territorial, a tal equilibrio contribuye notablemente el componente urbano y la relación que se instaura con el ambiente entero.

            El umbral de los límites ambientales esta a punto de sobrepasar el crecimiento urbano y la intervención en tal sentido es obligatoria, no hacerlo significaría llamar a la autodestrucción.

            No superar los límites ambientales del crecimiento urbano implica que la actividad de recuperación y reutilización no esté reservada de manera exclusiva al patrimonio de instalar intereses históricos –monumentales, esta debe ser aplicada como primera hipótesis de intervención al entero patrimonio edilicio infraestructural.
            Hoy la innovación, en sus aspectos más significativos, consiste justamente en la buena recuperación para reutilizar mejor lo que se posee.
            La urbanística no es una ciencia de dos sino de tres dimensiones, “reza el documento de Atenas con esta afirmación se corre el riesgo de menospreciar el rol que la dimensión tiempo encarna en los procesos de transformación de la ciudad y de no considerar en todos sus múltiples aspectos la influencia que la velocidad (que depende de la dimensión tiempo)” ejercita en los proceso de lectura y percepción de los espacios urbanos.

            Estas brevísimas anotaciones, que se inspiran en los postulados principales de la “Carta de Atenas”, son suficientes para comprender ya la entidad de los cambios sucedidos en sesenta años, estas seis décadas equivalen a los siglos que han empleado la sociedades urbanas para pasar de una condición a otra.

            El “actual estado crítico de la ciudad” no puede contenerse solo en las cinco voces evidenciadas en el documento de los CIAM, han asumido diversos pasos e interrelaciones complejas. 
            Tal observación no pretende emitir un juicio de valor sobre la “Carta de Atenas”, con ella se quiere solamente subrayar que muchos de los noventa y cinco puntos en los cuales se articula la primera carta de la urbanística aparecen hoy inadecuados o superados, se advierte la necesidad de hacer luz sobre otras cuestiones si se desea asegurar un futuro mejor al presente de nuestras ciudades.

            Las posiciones críticas pueden ser diferenciadas, pero cada una de ellas no podrá no tener en cuenta que la “Carta de Atenas” fue escrita en los albores de aquella civilización unida ya en su fase madura y que, por lo tanto, revela muchas de las características que sentía años atrás no eran evidentes.

            La ciudad ha cambiado y sigue cambiando de maneras no siempre previsibles.  Como la ciudad, también la Carta de Megárides 94 será sacudida por el viento de los cambios y deberá mostrarse continuamente adecuada a lo nuevo.

            Se necesitan crear las condiciones para que esto suceda, un Centro que desarrolle el rol de conexión entre los Centros de Estudio que se ocupan de los problemas de las ciudades en el mundo, que tome y recoja los resultados más importantes, que los transmita a todos los demás, sirviéndose del determinante aporte de las nuevas tecnologías..

            Los nombres de la Carta de Megárides 94 se comprometen, por lo tanto a estructurar un Centro que encuentre inspiraciones para que la Carta misma funcione y que persiga la agregación de la comunidad científica mundial activando en primer lugar el enlace y después la sinergia, entre todos aquellos que estudian como mejorar la ciudad y con ella la vía en al ciudad. 
            Si la interdependencia mundial de los fenómenos es tan fuerte que despierta una preocupación, igualmente intensa debe ser la cooperación  entre cuantos desean poner la experiencia de urbanistas al servicio de la ciudad de la paz y de la ciencia.


LA CARTA DE MEGÁRIDES 94
PRINCIPIOS FUNDADORES DE LA CIUDAD DE LA PAZ Y DE LA CIENCIA DE LA CIUDAD “CABLEADA” DEL SIGLO XXI

LOS PRINCIPIOS
I.        Ciudad y Naturaleza
II.       Ciudad y Pueblos
III.     Ciudad y Ciudadanos
IV.    Ciudad y Movilidad
V.      Ciudad y Complejidad
VI.    Ciudad y Tecnología
VII.   Ciudad y Recuperación
VIII.  Ciudad y Seguridad
IX.    Ciudad y Belleza
X.      Ciudad y Tiempo



            En la base de la enunciación de cualquier principio regulador de la civilización urbana, hay que poner la relación entre el Hombre y el ambiente natural, de esta relación dependen los equilibrios fundamentales y la vida misma.
            La colectividad tiene que volver a ser el sujeto por el cual la ciudad existe, debe garantizar que la propia ciudad respete el equilibrio entre las connotaciones culturales y el entero ecosistema territorial.  En las ciudades se manifiestan los efectos de transformación que acontecen con entidad y rapidez que nunca se registraron en el pasado. 
            En este proceso los equilibrios y la peculiaridades de los lugares son alteradas por modelos de crecimiento en contraste con las dinámicas del territorio. 
            La Naturaleza, con sus tres reinos, y la relación entre el Hombre y Naturaleza, tiene que ser el constante punto de referencia para los procesos de transformación.

I
Ciudad y Naturaleza
El equilibrio entre ambiente urbano y ambiente natural es el principio constitutivo sobre el cual fundar el modelo de desarrollo sostenible de la ciudad futura.

Para que este equilibrio, sea dinámicamente garantizado es preciso activar un proceso, de reorganización del ambiente urbano y ejercer un constante control sobre las componentes turbativas.

Es necesario ser conscientes de que, cambiando el hombre, su cultura, sus comportamientos y sus exigencias, cambia también el equilibrio con la naturaleza.
  Este equilibro debe ser entendido obligatoriamente como armonía dinámica.  El modelo de desarrollo de la Ciudad actual está fundado en el aprovechamiento de los recursos no renovables y el derroche de los recursos renovables, en este modo, se determinan desequilibrios a menudo irreversibles que atacan el entero ecosistema. 
La protección de los recursos, en primer lugar de aquellos no renovables, es una condición necesaria para definir modelos de desarrollo fundados en la compatibilidad entre las exigencias del hombre urbano y las vocaciones del ambiente natural. 
El progreso, en sus expresiones culturales, científicas y tecnológicas, tiene que ser entendido en primer lugar como instrumento para la construcción de la auténtica democracia y para la conquista de una mejor justicia distributiva.

El progreso no debe alimentar el bienestar de pocos a cambio del sufrimiento de muchos,. sacrificando recursos y energías de la colectividad.

La masificación de los desplazamientos de las poblaciones desde las regiones pobres hacia las regiones ricas, testimonia la disparidad de la distribución de las condiciones del bienestar global y del urbano, demostrando la naturaleza biunívoca de su correlación.
Tales emigraciones, cuando superan límites que no se pueden administrar fácilmente, agudizan los problemas de superpoblación de las áreas urbanas y abren problemas de convivencia entre comunidades que tienen entre ellas culturas y costumbres diferentes. 
Para responder a estas exigencias, la organización económica. mundial tendrá que favorecer el desarrollo endógeno de los países más pobres y, a la vez, las ciudades deberán realizar escenarios de convivencia multipolares, representativos de las diferencias sociales, étnicas y culturales que sus distintos habitantes expresan.

II
Ciudad y Pueblos
La Ciudad futura tendrá que ser Interracial y permitir una satisfactoria calidad de vida para todos sus ciudadanos, respetando las diferencias entre las diversas comunidades y las identidades culturales de los lugares.

Para que esto se realice, el Estado debe consolidar su capacidad de gobierno, planificación y gestión del desarrollo urbano.  A la vez cada ciudadano debe poder participar en el proceso, de transformación con sus propias experiencias y recibir de ello una contrapartida en términos de crecimiento personal. 
Las nuevas tecnologías, que ofrecen instrumentos de control y de análisis e instrumentos de soporte a las previsiones y a las decisiones, deben ser empleadas también para ampliar el diálogo entre ciudadanos e instituciones, garantizando a la colectividad la real posibilidad de plantear preguntas y recibir respuestas. 
En la Ciudad futura, todos los ciudadanos tienen un papel y ponen las condiciones para que los lugares de la convivencia muestren su propia naturaleza pública: eliminando los riesgos de segregación.


III
Ciudad y Ciudadanos
La Ciudad futura deberá garantizar a cada ciudadano el mayor acceso a los lugares, a las Informaciones, a los servicios; es una ciudad donde cada diversidad encuentra condiciones idóneas a sus particulares exigencias que se deben poder expresar libremente.

Para que esto sea posible se debe difundir y afirmar una cultura de los derechos y de los deberes civiles.
Cada ciudadano debe cooperar con sus actos a la realización de la ciudad futura fundada sobre una difusa participación a la democracia. 
La colaboración entre ciudadanos y Estado en el proceso de planificación, gestión y gobierno de la ciudad es la base para invertir la relación oferta-demanda.
La oferta de servicios, productos y prestaciones, debe ser motivada por la 'demanda real'. 
Mientras sea la oferta, es decir el Mercado, quien produzca las necesidades, las ciudades seguirán marchando hacia la autodestrucción.
Si, por lo contrario, las leyes que regulan la economía siguen persiguiendo el bienestar de toda la sociedad, muchos de los componentes urbanos podrán reorganizarse, evitando despilfarros, redundaciones e ineficiencias.
En la Ciudad no deben existir posiciones de privilegio por los cuales algunos sujetos se encuentren en condiciones de inferioridad respecto a otros.
Esta afirmación es válida para todas las categorías: hombres, mujeres, niños, adultos, ancianos. activos, inactivos, sanos y enfermos tienen, derecho a vivir en una ciudad en grado de satisfacer las necesidades diferenciadas.
La Ciudad futura deberá ser reorganizada a los fines de garantizar una adecuada calidad de la vida, también a aquellos ciudadanos que posean límites de autosuficiencia. 

En la Ciudad deberán ser eliminadas todas las condiciones de desventaja para las categorías débiles. 
Cada ciudadano de cualquier edad y en cualquier condición física se encuentre deberá ser puesto en grado de coger las múltiples y diversas oportunidades que la Ciudad pueda ofrecerle. 
Esto será indispensable si la tendencia al envejecimiento de la población urbana mantenga la creciente marcha actual.

Una eficaz posibilidad de desplazamiento representa la linfa de la vida urbana; esta deberá ser garantizada a todas las categorías de usuarios: el sistema de la movilidad en la Ciudad futura deberá dar respuestas adecuadas a las necesidades diferenciadas de los
usuarios.
La Ciudad futura deberá ser reorganizada según los nuevos modelos de transporte; pero, mientras se sigan induciendo e imponiendo conductas de transporte basadas en el auto-centrismo, no se logrará resolver el problema del tráfico en las ciudades.

IV
Ciudad y Movilidad
El sistema de movilidad de la ciudad del futuro deberá privilegiar el transporte colectivo; además deberá permitirse la plena libertad de movimiento Individual en todas las formas compatibles con la estructura urbana: en primer lugar peatonal y de bicicletas.

Para que ello se realice, hay que procurar que todos los medios de transporte puedan ser capaces de expresar el propio potencial, garantizando nuevas y eficaces modalidades de desplazamiento. 
Para cualquier actividad de transacción o de intercambio, que no requiera la necesidad o el placer de la relación interpersonal, se deben realizar alternativas que permitan desarrollar tales funciones sin la coacción del desplazamiento físico.
            La movilidad, que constituye un sub-sistema del complejo sistema urbano, debe ser gobernada en armonía con todos los sectores funcionales y con los espacios que pone en relación.
            En una innovación profunda y global del sistema de la movilidad, tanto el transporte material como el transporte inmaterial serán alternativas reales, entre las cuales, en todo momento, sea posible elegir la que  satisfaga mejor la propia exigencia particular. 
La ciudad del movimiento, real y virtual, conduce a la ciudad en la cual cada uno pueda actuar y expresarse libremente.
Una Ciudad capaz de cumplir con las exigencias de movimiento y movilidad de sus ciudadanos capaz de satisfacer las necesidades de cada diversidad y capaz de garantizar los necesarios equilibrios ecológicos se configura en términos de sistema de elevada complejidad.
 Concentración especialización e integración de la actividad urbana, determinan entonces, flujos de realización tales de caracterizar la ciudad como “lugar de complejidad”. 
La complejidad es entonces una condición connatural al sistema urbano. 
Si tal complejidad supera umbrales no administrables pierde las propias connotaciones positivas y provoca  congestiones e invivibilidad. 
Es necesario, pues, gobernar la complejidad urbana con modelos nuevos y con instrumentos eficaces Las transformaciones de la ciudad futura deberán ser gobernadas a través de instrumentos capaces de consentir la dirección, la regularización y el control de los fenómenos urbanos. 
Entre los principales problemas de afrontar y resolver a través del gobierno de la complejidad está la investigación del equilibrio entre la posición del espacio y la organización funcional de la ciudad, cuyas transformaciones suceden con diferente velocidad. 
En un mundo que cambia tan rápida y tan fuertemente no seremos capaces jamás de proveer el modelo de la sociedad futura. 
Será pues, cada vez más difícil planificar a través de análisis y programas, mientras será necesario operar por principios y con instrumentos nuevos.

V
Ciudad y Complejidad
En la ciudad futura el gobierno de la complejidad debe hacer participar todo el sistema urbano y para cada uno de los subsistemas que forman parte y deberá llevarse a cabo a los diversos niveles de Intervención: desde el sistema físico el perceptivo, desde el sistema. funcional al instituido, desde la escala arquitectónica a la escala territorial

Para que esto se realice es necesario averiguar hasta que punto los resultados madurados en sectores disciplinarios específicos son aplicables últimamente también en otras áreas, incluída la urbanística, sin reducciones simplificativas.
Las aportaciones del adelanto cultural, científico y tecnológico deben ser empleadas en el análisis, en el proyecto y en la gestión urbanística y han de emplearse para elevar el nivel de la calidad de vida y la vitalidad urbana.
En la ciudad que. por antonomasia, es el lugar social donde la comunicación ha asumido significados tan elevados que puede considerarse como un material de construcción, las nuevas tecnologías de comunicación pueden colaborar a reactualizar aquellos lugares urbanos qua ya no están en sincronía con los tiempos que vivimos.

VI
Ciudad y Tecnología
La innovación tecnológica y la telemática, en particular, deberán orientar al mejoramiento de las prestaciones urbanas y al gobierno de la ciudad futura.

Para que esto pueda ser posible, es necesario reorganizar los modelos estructurales de todas y cada una de las funciones de los diferentes sub-sistemas y del sistema urbano general; es necesario abandonar la aproximación, la casualidad y el consumismo qua todavía siguen guiando los procesos del desarrollo urbano.
El progreso, en todos sus aspectos, debe ser capaz de realizar el único objetivo por el que tiene sentido su mismo avance: es decir, la mejora de las condiciones de vida de hombre. 

Las nuevas tecnologías deben contribuir al gobierno de la complejidad urbana para garantizar las comunicaciones, las relaciones y la difusión de la cultura, sin automatismos, imposiciones o pérdidas de identidad.
La innovación tecnológica ha de colaborar en la superación de la rigidez de los actuales sistemas urbanos y, a la vez, debe garantizar siempre y en cualquier lugar el respeto del hombre y de sus exigencias de comprensión y de libertad.
El uso correcto de las nuevas tecnologías puede contribuir en muchos casos a la conquista de una mayor indiferencia de elección en el 'poner' y colocar en espacios apropiados.
Esta conquista deberá orientarse sobre todo hacia la re-definición de las jerarquías urbanas y territoriales, superando la dicotomía actual, entre lugares centrales y periféricos entre polos de atracción y áreas marginales. 
Al aplicar de forma correcta el adelanto científico y tecnológico es posible volver a la funcionalidad de los sistemas urbanos y a la consecución satisfactoria de la necesidad de intercambio. 
El uso correcto de los productos de la innovación tecnológica podrá consentir la reorganización funcional y el nuevo dibujo formal de la ciudad según  criterios de alcanzar las óptimas reservas disponibles. la recuperación del patrimonio existente y la protección de los valores de la cultura urbana. 
La refuncionalización de los sistemas urbanos devuelve al patrimonio colectivo una enorme cantidad de áreas edificadas y libres.
 La irracionalidad y la casualidad en la distribución y la gestión de los servicios urbanos determina, de hecho, un uso incorrecto de gran parte de los contenedores y de los espacios urbanos.
            La recuperación y la reutilización de tal patrimonio deberán interesar según un acercamiento global de la ciudad de la piedra, constituida por los espacios construidos, la ciudad de las relaciones o sea el conjunto de las actividades urbanas, y la 'ciudad de lo vivido' como síntesis de la relación entre el hombre y su ambiente.

VII
Ciudad y Recuperación
Para cada hipótesis de nuevas realizaciones edilicias se debe evaluar la posibilidad de intervención mediante operaciones de recuperación y de refuncionalización que pretenden volver a usar todo lo que ya existe, respetando el valor semántico de los lugares.

Procediendo de esta forma se lleve a término más de un objetivo: No se consume inútilmente más territorio: se difunda la cultura del 'no gasto', necesaria en todos los sectores, no se destruya un bien colectivo: se devuelva dignidad a los lugares que la habían perdido, favoreciendo al respeto por la naturaleza del lugar y de sus valores culturales.
Finalmente, se contribuye a la evolución de una atenta 'Cultura de Transformación' como alternativa a una absurda 'cultura de la expansión' que ha producido ya, un daño excesivo a nuestras ciudades.
Promover la cultura de la transformación y de la recuperación de lo que existe significa, respetar y valorizar las vocaciones y las susceptibilidades locales que constituyen un patrimonio para tutelar en todos los aspectos, desde aquellos culturales hasta los económicos.
En la ciudad futura se deberá restablecer, con la salvaguardia de los testimonios del pasado, el espesor semántico de los lugares centrales.
Las ciudades, en especial las grandes ciudades, provocan miedo y angustia en quienes las habitan o las frecuentan.
Miedo y angustia están determinados por diferentes factores: entre ellos se distingue la rígida subdivisión en zonas funcionales, con la consiguiente disminución de la presencia humana en algunas áreas urbanas destinadas a transformarse en refugios de marginación durante muchas horas del día.
Para que una ciudad ofrezca el necesario equilibrio es preciso difundir la calidad y la vitalidad de los lugares centrales y ampliarlas también en los lugares periféricos, realizando también, en algunos casos, el efecto – ciudad.

La ausencia de vitalidad produce la degradación edilicia y alimenta la degradación social, que en la primera encuentra un buen terreno de cultivo. 
El degrado urbano enreda la ciudad con las barreras de la inseguridad que amplifican la vulnerabilidad por la acción instantánea y devastante de eventos extraordinarios.
La rigidez del tejido instalada en la ciudad de piedra amplificando los problemas de acceso a los espacios y el uso de las actividades es la mayor barrera de la inseguridad urbana.
La reorganización urbana de la ciudad futura deberá contribuir a eliminar las barreras que limitan no sólo a los usuarios desventajados, al acceso, al uso y al acceso, al uso y al éxodo en todos los lugares de la vida colectiva.


VIII
Ciudad y Seguridad
Las estrategias de planificación deberán reducir la vulnerabilidad urbana, superar la rigidez física, garantizar el acceso y éxodo.  Compartir la ciudad es entonces, lograr, recorrerla, abandonarla, debiendo ser garantizado a todas las categorías de usuarios.

Para que esto se realice, todos los caminos reales o virtuales tienen que ofrecer requisitos de seguridad, bien en la dirección de acceso, bien en la de salida. 
La imposibilidad de compartir en igualdad de condiciones favorece al aislamiento y se repercute en los comportamientos de las relaciones entre ciudadanos y ciudad. 
Una forma urbana menos rígida y una más homogénea distribución de las actividades, consentirán en la ciudad futura la realización de una mayor flexibilidad de uso, contribuyendo al aumento de la seguridad urbana. 
La falta de seguridad de nuestras ciudades deriva también de la falta de referencias significativas y, por lo tanto, de la imposibilidad de reconocerse en lugares sin identidad.
La carencia de Arquitectura y de espacios urbanos calificados, que caracteriza muchas de las nuevas ciudades, comporta paisajes urbanos uniformes que no tienen aquellos significados que los hombres necesitan para poder orientar. 
Orientarse en un espacio urbano significa volver a encontrar en un lugar mensajes que evocan experiencias ya vividas, aunque sea en otro lugar; significa reconocer los signos que las arquitecturas evocan y reconocerse en los espacios que ellas componen.
Orientarse en un lugar urbano que este lugar tiene una identidad, reconocerse en él significa que este lugar emana valores semánticos. 
La ciudad tiene que ser la representación escénica de la cultura y de la sociedad.  La nueva civilización urbana no puede, por lo tanto, prescindir de la interpretación y de la valoración de todas las formas expresivas del hombre, desde aquellas intuitivas ó utópicas a aquellas culturalmente y científicamente recorridas. 
La ciudad del siglo XXI no puede renunciar a expresar particularidades formales derivadas de ser un producto de la ciencia y de la cultura de su tiempo.  Tales particularidades no pueden y no deben renunciar al respeto de la memoria de los signos de la cultura y de la historia. 
La atención a la recuperación de tal patrimonio no debe ser repetición de tal patrimonio no debe ser repetición irracional de las formas del pasado, ella debe ser capaz de interpretar el significado de la arquitectura, e innovándolo restituirle las necesidades de las nuevas organizaciones del espacio urbano.
Tiene derecho a operar en la ciudad solo aquel que conoce la ciudad; la ciudad del presente a través de la ciudad del pasado. 
Solo así se podrán percibir los modelos que la han formado y los elementos que la han hecho bella.


IX
Ciudad y Belleza
La Nueva Arquitectura debe producir objetos capaces de superar la mera eficiencia funcional.  Debe contribuir a realizar una ciudad hermosa que satisfaga no sólo las exigencias materiales, sino que refleje el mundo interior de sus habitantes.

La belleza de una ciudad es una abstracción a la cual es imposible dar una definición universal. 
Cada lugar puede tener su propia y particular belleza, es el resultado de las sensibilidades y experiencias que han realizado. 
No existen reglas precisas con las cuales perseguir la belleza, sino las de volver a apelar al sentido de responsabilidad de los que con sus obras contribuyeron a construir la ciudad, que vendrán transmitidas a las sucesivas generaciones. 
Intervenir en el espacio del presente significa tomar conciencia de los signos del pasado y hacerlos propios en las estructuras del espacio futuro. 
Tiene derecho a operar en la ciudad sólo el que posea memoria y que, a la vez, sea capaz de reinterpretar la experiencia pasada, traduciéndola en significados y en forma representativa problemática, contradicciones y utopías del presente.


X
Ciudad y Tiempo
La ciudad del siglo XXI, ciudad cableada, ciudad de la paz, ciudad de la ciencia, deberá ser la expresión de la historia y de la cultura urbana, que en ella, en el tiempo, se han consolidado.

Napoli, Islote de Megárides
Domingo 29 de Mayo 1994

COMPILACION REALIZADA POR EL ARQ. JOSE ESPINOSA PARA LOS ESTUDIANTES DE ARQUITECTURA

No hay comentarios:

Publicar un comentario