jueves, 19 de julio de 2012

¿Fuerza por la seguridad o seguridad a la fuerza?

Apreciado ciudadano, ¿cuál considera usted un sitio muy seguro?  ¿En donde nadie pueda entrar, porque hay muchos obstáculos para ello?  ¿O en un sitio en donde podamos estar a nuestras anchas sin tener que preocuparnos de nada?

Por ejemplo:

Yo puedo decir, mi sitio es seguro, porque no necesito poner llaves ni candados, puedo salir y dejar abiertas las puertas de par en par que no pasa nada, los vecinos nos conocemos, nos cuidamos, y a nadie se le va a ocurrir, coger algo que no es suyo. Somos una comunidad y me siento seguro en ella.

O puedo decir, mi sitio es seguro porque tengo puesto alarma, una puerta con tres chapas, y una contrapuerta blindada con otras tres chapas de seguridad.  Además tengo un foso profundo delante de mi casa  con cocodrilos, campo minado en el jardín, un muro de seis metros de alto  rodeado de alambres de púas, cerca electrificada, guardias armados y en mi barrio el acceso es restringido, con cadenas y garitas que si no se llega con una invitación especial, contraseña supersecreta  y de difícil falsificación,  no se puede entrar, ya que no se puede confiar en nadie ni en el vecino, ni en quien comparte su habitación.

¿Cuál de esos espacios piensa usted que es más seguro?

¿Podemos decir que los dos espacios son seguros?  ¿Que el primer espacio es un espacio seguro por que existe una comunidad fuerte, mientras el segundo caso es un espacio seguro a la fuerza?

Bueno a la fuerza un espacio no es seguro, es un espacio aislante, es un espacio represivo, es un espacio excluyente,  es un espacio ofensivo, es un espacio restrictivo, es un espacio negativo, es un espacio desafiante.

Y esa es la tendencia de la ciudad actual, lo que nos está llevando cada vez más a crear una ciudad disociada, en donde el espacio público cada vez es más inhóspito y restringido para circular, en donde si uno es peatón y cruza por un barrio desconocido, la gente lo ve como sospechoso, en donde cada vez nos encerramos más en urbanizaciones y conjuntos cerrados, en casas con grandes muros, cercas electrificadas y alarmas, con individuos armados, y guardias por todo lado.

Y eso es porque la cultura del miedo y la individualidad, nos hace que en lugar de juntarnos entre vecinos y crear un ambiente seguro en nuestro vecindario y en nuestra ciudad,  pensemos en medidas de protección individuales, ciudadanos armados, encerrados, temerosos y aislados, que al vernos los delincuentes y analizarnos solitarios, débiles y  sin posibilidades de ayuda, nos caen y nos roban, nos hurtan, nos raptan, nos violan, nos asaltan, nos secuestran, nos enfrentan, nos hieran, nos lastimen y nos maten.

Decimos que la delincuencia ha subido, que ya no se es seguro andar por las calles, dejar la casa sola, apretar la mano a un extraño, hacerse el comedido, conversar con un desconocido, que hay que evitar los contactos con extraños.   ¿No hay mucho de paranoia en todo esto?   Es verdad que la delincuencia ha subido, pero será que en los casi dos millones de habitantes que viven en Quito  ¿la mayoría son delincuentes?   ¿No será que ellos son muy pocos realmente y que si la mayoría nos unimos y trabajamos como una comunidad podremos ganarles?  ¿Y que en lugar de desconfiar de todo el mundo debemos trabajar por conocernos, crear nexos y saber que podemos contar con los vecinos?

Un sitio, espacio, casa, calle, barrio o ciudad segura es en donde podamos sentirnos tranquilos, sin necesidad de protegernos demasiado ni  aislarnos para que no nos pase nada.  Eso solo lo podemos lograr si tenemos una comunidad fuerte en la que participemos los ciudadanos. Que hagamos proyectos en donde reforcemos  los nexos entre vecinos, en apropiarnos del espacio público, en realizar muchas actividades en el barrio, en saber que podamos contar con el otro, con nuestro vecino inmediato, en donde se vea que hay vida de barrio, en donde se sienta una verdadera comunidad.

Por lo tanto, en lugar de aislarnos, armarnos, desconfiar de todos, trabajemos por espacios seguros a través de la participación de todos los ciudadanos, en proyectos de recuperación del espacio público para el encuentro ciudadano,  en fortalecer el comercio local, en integrar la vida estudiantil a la vida cotidiana del barrio, en recuperar la vida de barrio,  las reuniones entre los vecinos, en crear sistemas de control comunitario, en jugar en las calles, en ser solidarios, en compartir  y en crear trabajo, etc.

Diego Hurtado 2006
APQ

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